Como cada Viernes Santo, miles de personas se congregaron en horas de la tarde en la comunidad de Pesé, provincia de Herrera, para presenciar una de las representaciones más esperadas de la Semana Santa Viviente.
Se trata del drama de la pasión y muerte de Jesucristo, que este año volvió a su lugar original, el parque centran de la comunidad, y reafirmó el papel de esta localidad como el epicentro del fervor religioso y cultural en la región de Azuero.
El evento, que cumplió 71 años de realizarse, contó con un lleno total desde horas antes de su inicio a las 4:30 p.m., horario que fue ajustado por recomendación de los organismos de seguridad ante las altas temperaturas registradas en el área.
Sin embargo, ni el calor ni la larga espera impidieron que los asistentes vivieran con devoción y emoción cada escena del drama.
Carlos Ocaña, quien interpreta el papel de Jesús desde hace siete años, destacó el compromiso que representa dar vida a un personaje tan significativo para millones de creyentes.
“Han sido meses de preparación intensa, no solo física, porque se necesita fuerza y resistencia para llevar la cruz, caminar largas distancias, soportar golpes, azotes y caídas. También ha sido una preparación espiritual muy profunda”, explicó.
Ocaña señaló que el guion está basado fielmente en los pasajes bíblicos, por lo que además de ensayar escenas, se requiere estudiar las Escrituras para transmitir un mensaje auténtico y conmovedor.
La puesta en escena contó con más de un centenar de actores y voluntarios, todos del pueblo de Pesé, en una organización que refleja el compromiso colectivo con las tradiciones religiosas.
Este año, el regreso del evento a su lugar tradicional fue recibido con entusiasmo por parte de la comunidad y los visitantes, quienes expresaron su deseo de que esta manifestación cultural y espiritual cuente con mayor respaldo institucional.
Organizadores y líderes comunitarios solicitaron públicamente que se impulse una ley que respalde y proteja esta tradición como patrimonio cultural y religioso de la nación, al considerarla una expresión única del turismo religioso que dinamiza la economía local y fortalece la identidad del pueblo.